Lectura orante del Evangelio del Miércoles de la Semana 23 del Tiempo Ordinario: Lucas 6,20-26


Tu Espíritu Santo pedimos ahora, Señor, para que nos inunde de su amor, y con su luz entender el mensaje de tu Palabra de este día, con la que nos disponemos a orar en este momento; y para que ablande nuestros corazones poder ser transformados de modo que convirtamos en obra de vida lo que hayamos orado. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 6,20-26: En aquel tiempo, Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas».

b) Contexto histórico y cultural

Luego del inicio de su vida pública, ya siendo conocido y seguido por las multitudes, Jesús dirige a sus discípulos y a la gente que le seguía un discurso que en el Evangelio según San Lucas es conocido como el Sermón del Llano, equivalente al Sermón de la Montaña del Evangelio según San Mateo, aunque bastante más breve que éste.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Bienaventurado

Sí, Señor, yo quiero ser un osado
de los que se lanzan en aventura,
aunque al procurar tu buena ventura
todo el mundo se me vaya del lado.

Me alivia hoy ser por ti consolado
y, después de esta vida tan dura,
espero la recompensa futura
por haber sido, tuyo, aventurado.

Amén.

3. Oración

Señor, el Bienaventurado por excelencia fuiste Tú:
pobre, manso, justo, pacificador, misericordioso, perseguido.
haz de mí un bienaventurado que asuma tus bienaventuranzas como norma de vida,
para poder alcanzar el Reino de los Cielos.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A esforzarme por vivir las bienaventuranzas,
se me invita a partir de hoy;
ayúdame, Señor,
para emprender y cumplir esa acción.
Amén.