Lectura orante del Evangelio del Sábado de la Semana 2 de Pascua: Juan 6,16-21


Derrama, Señor, tu Santo Espíritu sobre nosotros en este momento de oración con tu Palabra, para que podamos entender rectamente el contenido del mensaje que en este día nos trae, y acogerlo de tal modo que lo convirtamos en vida en cada uno de nosotros. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 6,16-21: Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: «Soy yo. No temáis». Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

b) Contexto histórico y cultural

Luego de la multiplicación de los panes, Jesús se ha retirado a la montaña, probablemente a orar, rehuyendo la errada interpretación de esa señal por parte de muchos seguidores que por ello pretendían proclamarle rey. Al obscurecer, los discípulos se embarcan, al ver que Jesús no aparece.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Cuando empieza la tormenta

Cuando empieza la tormenta
tu llegada me conforta,
y si es fuerte no me importa
porque Tú eres quien la enfrenta.

Y si la duda comienza
tu Palabra la controla
para que, del temor, la ola,
de ningún modo me venza;

el consuelo de un "no temas"
asegura mi custodia,
contra el temporal, ¡victoria!:
se doblegan los problemas.

Señor, pronta es tu asistencia,
sobre todo auxiliadora,
ya la mar se encuentra ahora
sosegada en tu presencia.

3. Oración

Ven pronto a mi barca

Señor, ven pronto a mi barca,
pues temblando estoy del miedo;
disimularlo no puedo,
en mi cara está su marca;
aunque mi oración es parca
e incolora como el suero,
atiéndeme que me muero,
a mi temor, tráeme calma;
sólo apaciguarás mi alma
si ahora vienes de nuevo.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A no temer,
a confiar en el Señor,
estoy invitado en este día;
también a transmitir a otros
la paz de Jesús;
eso haré, con la ayuda de Dios.
Amén.