Lectura orante del Evangelio del Martes de la Semana 8 del Tiempo Ordinario: Marcos 10,28-31



Ilumínanos el camino

Oh Santo Espíritu Divino,
junto al Padre y al Hijo, a Ti me inclino
pues con ellos eres Señor y Trino;
ilumínanos hoy el camino
para arribar al Padre, buen destino
que su Hijo, a darnos, vino.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Marcos 10,28-31: En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros».

b) Contexto histórico y cultural

Prosiguiendo su camino a Jerusalén, luego de haber invitado, sin éxito, a un Rico a vender sus bienes, venderlos para repartir entre los pobres y luego seguirlo, Jesús diserta a sus discípulos acerca del seguimiento en busca de la vida eterna.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Cuando, al llamarme, te sigo

Cuando, al llamarme, te sigo,
tu voz me ha convencido;
y, de cosas sin sentido,
mejor es, si me desligo;

porque estando yo contigo,
ganancia es, nada perdido:
¿desprecio de un conocido?,
poco es, pues serás mi amigo;

y, Señor, ¿por tu enemigo,
ser yo ahora perseguido?,
hay un premio prometido:
¡el Reino eterno contigo!

Amén.

3. Oración

Te pido, Señor, que me des la voluntad
de responder positívamente a tu llamado;
la perseverancia de mantenerme siempre a tu lado,
y la ayuda para vencer los obstáculos que habré de encontrar en el camino.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A estar atento
y escuchar la voz de Dios,
estoy invitado en este día,
estando dispuesto a dejarlo todo por Él.
Eso haré, con su ayuda, Señor.
Amén.