Estás solo, sin Dios. ¿Has entrevisto
lo que es un hombre solo? ¿Cabe tanta
soledad en un hombre? ¿No te espanta
sentir la vida a solas? Yo —que existo
a medias, porque Dios, visto y no visto,
no siempre está en mis ojos, y, en su santa
noche, la sombra que yo soy no canta—
ya la vida de veras he previsto.
Tras tanta muerte engañadora, asisto
en el amanecer, que se levanta
antes que el sol, a mi existir, y existo,
porque Dios, que se enciende, pone tanta
verdad en mí, que resucita Cristo
como un raudal de luz en mi garganta.