En estos momentos de violencia,
de sexualidad brutal, salvaje,
hemos de ser rebeldes.
Tú y yo somos rebeldes:
no nos da la gana dejarnos llevar por la corriente,
y ser unas bestias.
Queremos portarnos como hijos de Dios,
como hombres o mujeres que tratan a su Padre, que está en los Cielos
y quiere estar muy cerca ¡dentro! de cada uno de nosotros.