Dios hombre

(Del sacerdote y poeta español Juan Arolas (1805-1849))
¡Tanto exigió el humano desvarío! 
¡Niño llora en la cuna: el Dios del cielo 
Que es víctima de amor! 
Ved al eterno sol temblar de frío 
Para ablandar el corazón de hielo 
Del hombre pecador. 

Ven, suspirado, ven, que cuando lloras 
Y en tu vagido exhalas triste ruego, 
Me pongo a contemplar 
Que tú pintaste el cielo y las auroras, 
Tú diste al serafín alas de fuego, 
Tú lindes a la mar; 

Tú al águila altanera que retrata 
Su sombra en el peñasco más erguido, 
Las fuerzas y el ardor; 
Tú al colibrí las plumas de oro y plata 
Mientras ebrio de aroma se ha dormido 
Colgado de una flor. 

¡Yaces en desnudez y amarga pena, 
Tú, que a los mismos ángeles encantas, 
Delicia de Israel! 
¡Tú, que has vestido el campo de azucena; 
Tú, que has puesto una alfombra a nuestras plantas 
De rosa y de clavel! 

¡Estrella de Jacob!... Tu luz bendita, 
Que saluda la iglesia enamorada 
Con arpas de Sión, 
De la prole de Adán, prole proscrita, 
Borró en la inicua frente señalada 
Divina maldición. 

Aquel ángel que al hombre inobediente 
Y a la mujer bañada en largo lloro 
Sacó del sacro Edén, 
Envainada la espada refulgente 
Segunda vez abrió las puertas de oro 
Que guardan todo bien. 

Las aves desplegaron voces puras 
Cantando un himno de alabanza al cielo 
Con grata suavidad: 
Demos a Dios la gloria en las alturas, 
Y la paz a los hombres en el suelo 
De buena voluntad. 

Los árboles vistieron frescas flores, 
Y enfrenado con hórridas cadenas, 
Rasgado el pecho infiel, 
Bajó del orco impuro a los horrores 
Para sufrir el colmo de las penas 
El pérfido Luzbel. 

Desde el principio existe tu hermosura 
Siempre inmutable, eterna y escogida; 
Hoy has venido a nos 
Nacido de una Virgen bella y pura, 
Verdad, amor y vida de la vida, 
Luz de luz, Dios de Dios.