el águila ondear el fuego claro;
y el nido con piadoso desamparo
deja, sus hijos salva, el cielo toca.
También do el sol se ignora, en tierra poca
hunde el tesoro el mal seguro avaro,
que teme de la cueva, aunque es su amparo,
no suenen sus secretos en su boca.
Así guardas el Hijo y el tesoro,
Ave María, Virgen cudiciosa,
con presta mano y peregrina planta.
Así del dulce nido, así del oro
te obliga, oh sabiamente recelosa,
piedad divina y avaricia santa.