Himno de la Liturgia de las Horas
Señor, tú eres santo: yo adoro, yo creo;
tu cielo es un libro de páginas bellas,
do en noches tranquilas mi símbolo leo,
que escribe tu mano con signos de estrellas.
En vano con sombras en caos se cierra:
tú miras al caos, la luz nace entonces;
tú mides las aguas que ciñen la tierra,
tú mides los siglos que muerden los bronces.
El mar a la tierra pregunta tu nombre;
la tierra a las aves que tienden su vuelo;
las aves lo ignoran, preguntan al hombre,
y el hombre lo ignora; pregúntalo al cielo.
El mar con sus ecos ha siglos ensaya
formar ese nombre, y el mar no penetra
misterios tan hondos, muriendo en la playa,
sin que oigan los siglos o sílabas o letra.
Señor, tú eres santo: yo te amo, yo te espero;
tus dulces bondades cautivan al alma;
mi pecho gastaron con diente de acero
los gustos del mundo vacíos de calma.
Concede a mis penas la luz de bonanza,
la paz a mis noches, la paz a mis días;
tu amor a mi pecho, tu fe y tu esperanza,
que es bálsamo puro que al ánima envías.
Amén.