Ya estamos en el mes de mayo.
Yo pienso, pienso a todas las horas en los grandes beneficios recibidos de mi Mamá, desde mis primeros años,
y toda me corro de haber mirado con tan poco cariño aquel tierno corazón y aquella mano tan bondadosa que me los concedían;
y mucho más me avergüenzo de haber pagado con ingratitudes y pecados tales favores.
¡Oh sí… cuántas veces depositando ante la imagen de mi Mamá las penosas ansias de mi corazón agitado, ella me consolaba!
Sí Padre mío. ¿Por qué no decirlo?
Yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de madre en la tierra,
me tendió cariñosamente los brazos la Madre del Cielo.