dulce como el consuelo en la desgracia,
pura como de Dios la luz divina.
¡Dios te salve, María, llena de gracia!
Del mísero afligido eres consuelo,
la escogida entre todas las mujeres,
María, Madre de Dios, Reina del Cielo,
el Señor es contigo, bendita tú eres.
¿Quién en tu dulce amor, quién no confía?
¿Y quién te busca a ti que no te encuentre?
Bendita eres mil veces, Madre mía,
y Bendito el Fruto de tu vientre.
Santa Madre de Dios, por los dolores
que sufriste por tu Hijo, al verlo inerte,
Virgen, ruega por nos los pecadores,
Ahora y en la hora de la muerte.