en busca de remedio y de consuelo,
si no a ti, que comprendes nuestro duelo,
del que experiencia tan cruel hiciste,
Cuando la mortal carne que nos viste,
te vio vestir el asombrado cielo,
y las miserias del mezquino suelo
todas por larga prueba conociste?
Me espanta de tu Padre soberano
la majestad tremenda; más contigo,
que te muestras tan dulce y tan humano,
me es dado hablar cual con estrecho amigo,
o cual pudiera hermano con hermano,
y mis dolores íntimos te digo.