Entre las hojas que aún no existen
y en un ambiente original, en trance
de compartir el silbo de su boca,
haré la rosa de lo que es: de aire.
Creador también el corazón, congrego
el llanto que me anega la mirada,
y así, llorando por amor, prefiero
hacer la rosa de lo que es: de agua.
Todo está decidido. Hay un otoño
sideral en las venas y un fluido
del Verbo creador en el espíritu.
Entre las zarzas secas de la tierra,
colaborando siempre con el Verbo,
haré la rosa de lo que es: de fuego.
De barro de la tierra estamos hechos,
a imagen del Señor en cuya boca
late el Verbo creador, la Poesía,
la Palabra reciente, el puro Verso,
el Poema, la Llama que no quema...
Poeta al fin, humildemente, mía,
haré la rosa de lo que es: de tierra.