¿Qué haces?
Después de lo mucho que por mí llevas hecho,
¿vienes a descubrirme tu Corazón?
¡Oh, si todos los pecadores llegasen a tu Corazón!
Venid, pecadores, no temáis,
que la espada de la divina justicia no llega acá dentro.
Pero ¿cómo se explica, Jesús, que tu Corazón, tan bueno, tan santo,
sea entre todos el más atormentado?