Jesús, te recomiendo mi mayor enemigo, mi mayor adversario.
Guíalo, acompáñalo, y si tu mano debe descargar sobre él, descárgala sobre mí.
Cólmale, Jesús, de bienes, no le abandones, consuélale.
¿Qué importa que a mí me abandones en mis dolores?
Pero a él no; te lo recomiendo ahora y para siempre.
Cólmalo de bienes; el doble de todo el mal que deseó hacerme.
Y para mostrarte que le amo, mañana aplicaré por él la comunión.
Acaso él pensará y deseará hacerme mal;
en cambio, nosotros le deseamos mucho bien.