Himno de la Liturgia de las Horas
Virgen fecunda, Madre de la Iglesia,
pura flor de belleza sobrehumana,
alegría del hombre que se entrega,
esperanza del mundo que se afana.
Crecida en el amor humilde y fuerte,
Madre de Dios, de claro sol vestida,
feliz porque venciste nuestra muerte
y nos brindas la fuente de la vida.
Corazón abrasado por la llama
inquieta del Espíritu divino,
da luz a nuestros ojos, y derrama
amor que nos sostenga en el camino.
Corazón que respiras en la gloria
del Señor y proclamas su grandeza,
haz que nunca se apague tu memoria
en los hijos que anhelan tu pureza.
Oh Corazón, amor de los que buscan
en Cristo la verdad y el buen camino,
enciende en el amor a los que luchan
por encontrar la vida de tu Hijo.
Húndenos en su entraña jubilosa,
báñanos en la luz del Evangelio
y prolonga en nosotros la gozosa
misión de proclamarlo al mundo entero.
Gloria al Padre que vive en luz de gloria
y al Hijo que nació de Madre virgen
y al Espíritu fiel que con su sombra
cubrió tu Corazón manso y humilde.
Amén.