El pisotón

De "Oraciones para rezar por la calle" por Michel Quoist
Un hombre me ha pisado.
Yo le miro con rabia.
El con resentimiento.

Pero luego he pensado que no fue para odiarnos
para lo que Tú has hecho que él y yo nos cruzáramos.
Sus ojos han llamado a la puerta de mí alma.
Le abriré sonriendo.

Y sonrío.
Y sonríe.
Y con este apretón de manos me nace un nuevo amigo.

¡Ah, cuánto te agradezco este encuentro, Señor!