Bendita sea tu pureza

(Del poeta franciscano del siglo XVII Antonio Panes)
Bendita sea tu pureza, 
y eternamente lo sea, 
pues todo un Dios se recrea 
en tan graciosa belleza. 
A ti, celestial princesa, 
Virgen sagrada, María, 
te ofrezco desde este día 
alma, vida y corazón. 
Mírame con compasión; 
no me dejes, Madre mía.