Voz interior de Cristo al alma fiel

(De la "Imitación de Cristo" por Tomás de Kempis)

El alma: 

Oiré lo que habla el Señor Dios en mí.

Bienaventurada el alma que oye al Señor que le habla, y de su boca recibe palabras de consolación.

Bienaventurados los oídos que perciben los raudales de las inspiraciones divinas, y no cuidan de las murmuraciones mundanas.

Bienaventurados los oídos que no escuchan la voz que oyen de fuera, sino la verdad que enseña de dentro.

Bienaventurados los ojos que están cerrados a las cosas exteriores, y muy atentos a las interiores.

Bienaventurados los que penetran las cosas interiores, y estudian con ejercicios continuos en prepararse cada día más y más a recibir los secretos celestiales.

Bienaventurados los que se alegran de entregarse a Dios, y se desembarazan de todo impedimento del mundo.

¡Oh alma mía! Considera bien esto, y cierra las puertas de tu sensualidad, para que puedas oír lo que te habla el Señor tu Dios.

Esto dice tu amado:

Jesucristo: Yo soy tu salud, tu paz y tu vida. Consérvate cerca de mí, y hallarás paz. Deja todas las cosas transitorias, y busca las eternas.

¿Qué es todo lo temporal sino engañoso? Y ¿qué te valdrán todas las criaturas, si fueres desamparado del Criador?

Por esto, dejadas todas las cosas, hazte fiel y grata a tu Criador, para que puedas alcanzar la verdadera bienaventura.