y, de pronto, al ver sus ojos tristes y angustiados,
temí que no estuvieras en su corazón.
Y me sentí molesto como ante un sagrario en que no sé si estás.
Oh, Dios, si Tú no estuvieras en él,
mi amigo y yo estaríamos lejanos pues su mano en la mía
no sería más que carne entre carne
y su corazón para el mío un corazón de hombre para el hombre.
Yo quiero que tu Vida esté en él como en mí
porque quiero que mi amigo sea mi hermano gracias a Ti.