Dios siempre cuida de sus criaturas,
pero lo hace a través de los hombres.
Si alguna persona muere de hambre o pena, no es que Dios no la haya cuidado;
es porque nosotros no hicimos nada para ayudarla,
no fuimos instrumentos de su amor,
no supimos reconocer a Cristo bajo la apariencia de ese hombre desamparado,
de ese niño abandonado.