abiertas en lejanas primaveras?
¿Quién aquel resplandor de las hogueras
que hicieron, otro invierno, los pastores?
Pasa la vida así, con sus dolores;
así la gloria, que afanoso esperas.
Poeta, ¿quién sabrá de tus quimeras?
Amante, ¿qué ha de ser de tus amores?
Una noche serena así decía,
mirando de los cielos la grandeza,
cuando una voz me susurró al oído:
«Ama con puro amor, trabaja y reza;
duérmete luego en paz y en Mí confía:
¡Cuanto se hace por Mí, nunca es perdido!»