Vísperas del 30 de diciembre: Día VI Infraoctava de Navidad

(Cuando la Natividad del Señor cae en domingo, en este día se celebra la fiesta de la Sagrada Familia)

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno:

Entonad un canto
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»

Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.

Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.

Haciéndose hombre,
al hombre salvó;
un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Salmo 109, 1-5. 7. El Mesías, Rey y Sacerdote

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados:
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Antífona 2: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Salmo 129

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Antífona 3: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Cántico Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Lectura breve: 2 Pe 1, 3-4

Cristo, con su divino poder, nos ha concedido todo lo referente a la vida eterna y a la verdadera religión, mediante el perfecto conocimiento del que nos convocó por su propia gloria y virtud. Por ellas nos ha hecho merced de las preciosas y magníficas promesas, para que así seáis partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción existente en el mundo por causa de la concupiscencia.

Responsorio breve:

V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

Cántico Evangélico

Antífona: Te glorificamos, santa Madre de Dios, porque de ti ha nacido Cristo; oh María, salva a todos los que te enaltecen.

Magníficat:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Te glorificamos, santa Madre de Dios, porque de ti ha nacido Cristo; oh María, salva a todos los que te enaltecen.

Preces:

Aclamemos a Cristo, el jefe salido de Belén, tierra de Judá, para ser el pastor del pueblo de Israel, y digámosle:
Que tu gracia, Señor, nos acompañe siempre.
Cristo salvador, deseado de todos los pueblos, haz que tu Evangelio llegue a aquellos que aún no han oído la palabra de vida,
-y atrae a ti a todos los hombres.

Cristo Señor, haz que tu Iglesia se dilate por el mundo y arraigue en los pueblos,
-para que en ella se congreguen los hombres de toda lengua y nación.

Rey de reyes, dirige la mente y la voluntad de los que gobiernan,
-para que procuren la justicia y trabajen por la libertad y la paz de las naciones.

Señor todopoderoso, tú que eres la fortaleza de los frágiles, ayuda a los que están tentados, levanta a los decaídos, protege a los que están en peligro,
-consuela a los que se sienten decepcionados o desesperados y robustece la confianza de los perseguidos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que eres el consuelo de los tristes, conforta a los agonizantes,
-y llévalos a los goces de tu paraíso.

Alegres porque Jesucristo nos ha hecho hijos de Dios, digamos:
Padre nuestro...

Oración:

Dios todopoderoso, por este nuevo nacimiento de tu Hijo en nuestra carne líbranos del yugo con que nos domina la antigua servidumbre del pecado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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