Vísperas del Miércoles de la Semana III del Salterio, en el Tiempo de Adviento

(Si este día es posterior al 16 de Diciembre, se reemplazan la Lectura breve, el responsorio breve, la antífona del Magnificat, las preces y la oración, por aquellos del día correspondiente que se encuentran en este enlace: "Textos propios de Adviento desde el 17 de Diciembre")

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno:

Este es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.

Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.

¡Cómo golpearon las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!

Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando,
mientras los ojos se duermen.

Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.

Salmodia:

Antífona 1:
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Miércoles antes del 24 de Diciembre: Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.
Salmo 125. Dios, alegría y esperanza

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona correspondiente)

Antífona 2:
Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Miércoles antes del 24 de Diciembre: Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca, como una aurora.
Salmo 126. El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona correspondiente)

Antífona 3:
Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
Miércoles antes del 24 de Diciembre: El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.
Cántico de Colosenses 1, 12-20. Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona correspondiente)

Lectura breve: 1 Co 4, 5

No juzguéis antes de tiempo; dejad que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces vendrá a cada uno su alabanza de parte de Dios.

Responsorio breve:

V. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V. Que brille tu rostro y nos salve.
R. Señor Dios de los ejércitos.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Cántico Evangélico

Antífona: Tú eres, Señor, el que has de venir, tú aquel a quien esperamos, tú el que salvarás a tu pueblo.

Magníficat:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Tú eres, Señor, el que has de venir, tú aquel a quien esperamos, tú el que salvarás a tu pueblo.

Preces:

Invoquemos a Dios Padre, que nos envió a su Hijo para que nos trajera una paz sin límites, y digámosle:
Venga tu reino, Señor.

Mira, Padre santo, a tu Iglesia,
-y ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó.

Señor Dios, que eres siempre fiel a tus promesas, acuérdate de los hijos de Abraham,

-y da cumplimiento en ellos a las promesas que hiciste a sus padres.

Mira, Dios de clemencia, a los paganos, y llámalos por tu misericordia,
-para que también ellos te alaben y glorifiquen.

Visita, Pastor eterno, las ovejas de tu rebaño,
-y reúnelas a todas en tus verdes praderas.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acuérdate también de los que han salido de este mundo en tu paz,
-y recíbelos en el reino de tu Hijo.

Jesucristo nos ha revelado que Dios es nuestro Padre por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...

Oración:

Concédenos, Dios todopoderoso, que la fiesta ya cercana del nacimiento de tu Hijo nos reconforte en esta vida y nos obtenga la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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