Vísperas del Lunes de la Semana V de Pascua


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno:

Cantarán, llorarán razas y hombres,
buscarán la esperanza en el dolor,
el secreto de vida es ya presente:
resucitó el Señor.

Dejarán de llorar los que lloraban,
brillará en su mirar la luz del sol,
ya la causa del hombre está ganada:
resucitó el Señor.

Volverán entre cántico s alegres
los que fueron llorando a su labor,
traerán en sus brazos la cosecha:
resucitó el Señor.

Cantarán a Dios Padre eternamente
la alabanza de gracias por su don,
en Jesús ha brillado su Amor santo:
resucitó el Señor. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Tened valor: yo he vencido al mundo. Aleluya.

Salmo 10. El Señor, esperanza del justo

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
«Escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?»

Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo,
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Tened valor: yo he vencido al mundo. Aleluya.

Antífona 2: Se hospedará en tu tienda, habitará en tu monte santo. Aleluya.

Salmo 14. ¿Quién es justo ante el Señor?

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y práctica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Se hospedará en tu tienda, habitará en tu monte santo. Aleluya.

Antífona 3: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.

Cántico de Efesios 1, 3-10. El Dios Salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.

Lectura breve: Carta a los Hebreos 8, 1b-3a.

Tenemos un sumo sacerdote tal, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre. En efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios.

Responsorio breve:

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, alelu
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, alelu
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, alelu

Cántico Evangélico

Antífona: El Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. Aleluya.

Magníficat:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. Aleluya.

Preces:

Con espíritu gozoso, invoquemos a Cristo a cuya humanidad dio vida el Espíritu Santo, haciéndolo fuente de vida para los hombres, y digámosle:
Renueva y da vida a todas las cosas, Señor.

Cristo, Salvador del mundo y Rey de la nueva creación, haz que ya desde ahora, con el espíritu, vivamos en tu reino,
-donde estás sentado a la derecha del Padre.

Señor, tú que vives en tu Iglesia hasta el fin de los tiempos,
-condúcela por el Espíritu Santo al conocimiento de la verdad plena.

Que los enfermos, los moribundos y todos los que sufren encuentren luz en tu victoria,

-y que tu gloriosa resurrección los consuele y los conforte.

Al terminar este día, te ofrecemos nuestro homenaje, oh Cristo, luz imperecedera,
-y te pedimos que con la gloria de tu resurrección ilumines a los que han muerto.

Padre nuestro...

Oración:

Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.