R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Himno:
En la Cena del Cordero
y habiendo ya cenado,
acabada la figura,
comenzó lo figurado.
Por mostrar Dios a los suyos
cómo está de amor llagado,
todas las mercedes juntas
en una las ha cifrado.
Pan y vino material
en sus manos ha tomado
y, en lugar de pan y vino,
cuerpo y sangre les ha dado.
Si un bocado nos dio muerte,
la vida se da en bocado;
si el pecado dio el veneno,
el remedio Dios lo ha dado.
Haga fiesta el cielo y tierra
y alégrese lo criado,
pues, Dios no cabiendo en ello,
en mi alma se ha encerrado. Amén.
y habiendo ya cenado,
acabada la figura,
comenzó lo figurado.
Por mostrar Dios a los suyos
cómo está de amor llagado,
todas las mercedes juntas
en una las ha cifrado.
Pan y vino material
en sus manos ha tomado
y, en lugar de pan y vino,
cuerpo y sangre les ha dado.
Si un bocado nos dio muerte,
la vida se da en bocado;
si el pecado dio el veneno,
el remedio Dios lo ha dado.
Haga fiesta el cielo y tierra
y alégrese lo criado,
pues, Dios no cabiendo en ello,
en mi alma se ha encerrado. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: El primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra, nos ha convertido en un reino para Dios, su Padre.
Salmo 71. Poder real del Mesías
I
I
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: El primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra, nos ha convertido en un reino para Dios, su Padre.
Antífona 2: El Señor librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector.
II
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba,
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.
Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba,
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.
Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: El Señor librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector.
Antífona 3: Los santos vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron.
Cántico de Apocalipsis 11, 17-18; 12, 10b-12a. El juicio de Dios
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Los santos vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron.
Lectura breve: Hebreos 13, 12-15
Jesús, para consagrar al pueblo con su propia sangre, murió fuera de las murallas. Salgamos, pues, a encontrarlo fuera del campamento, cargados con nuestro oprobio; que aquí no tenemos ciudad permanente, sino que andamos en busca de la futura. Por su medio, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que profesan su nombre.
Jesús, para consagrar al pueblo con su propia sangre, murió fuera de las murallas. Salgamos, pues, a encontrarlo fuera del campamento, cargados con nuestro oprobio; que aquí no tenemos ciudad permanente, sino que andamos en busca de la futura. Por su medio, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que profesan su nombre.
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona: Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte.
Cántico Evangélico
Antífona: Durante la Cena, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Magníficat:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: Durante la Cena, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Preces:
Adoremos a nuestro Salvador, que en la última Cena, la noche misma en que iba a ser entregado, confió a su Iglesia la celebración perenne del memorial de su muerte y resurrección; oremos, diciendo:
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Redentor nuestro, concédenos que, por la penitencia, nos unamos más plenamente a tu pasión,
-para que consigamos la gloria de la resurrección.
Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
-para que podamos confortar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos confortas.
Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida,
-para que se manifiesten en ellos los frutos de tu salvación.
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz,
-enseña a tus fieles a ser obedientes y a tener paciencia.
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,
-y a nosotros danos un día parte en su felicidad.
Padre nuestro...
Oración:
Señor Dios todopoderoso, que para gloria tuya y salvación de los hombres constituiste a Cristo sumo y eterno sacerdote, concede al pueblo cristiano, adquirido para ti por la sangre preciosa de tu Hijo, recibir en la eucaristía, memorial del Señor, el fruto de la pasión y resurrección de Cristo. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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