Segundas Vísperas del Domingo de la Semana IV del Salterio, en el Tiempo Ordinario


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno:

Cuando la muerte sea vencida
y estemos libres en el reino,
cuando la nueva tierra nazca
en la gloria del nuevo cielo,
cuando tengamos la alegría
con un seguro entendimiento
y el aire sea como una luz
para las almas y los cuerpos,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.

Cuando veamos cara a cara
lo que hemos visto en un espejo
y sepamos que la bondad
y la belleza están de acuerdo,
cuando, al mirar lo que quisimos,
lo veamos claro y perfecto
y sepamos que ha de durar,
sin pasión, sin aburrimiento,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.

Cuando vivamos en la plena
satisfacción de los deseos,
cuando el Rey nos ame y nos mire,
para que nosotros lo amemos,
y podamos hablar con él
sin palabras, cuando gocemos
de la compañía feliz
de los que aquí tuvimos lejos,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.

Cuando un suspiro de alegría
nos llene, sin cesar, el pecho,
entonces – siempre, siempre –
entonces seremos bien lo que seremos.
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo, que es su Verbo,
gloria al Espíritu divino,
gloria en la tierra y en el cielo. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Salmo 109, 1-5.7. El Mesías, Rey y Sacerdote

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados:
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Antífona 2: Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Salmo 111. Felicidad del justo

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Antífona 3: Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Cántico de Apocalipsis 19, 1-7. Las bodas del Cordero

Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos. Aleluya.

Aleluya. Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes. Aleluya.

Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias. Aleluya.

Aleluya. Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Lectura breve: Carta a los Hebreos 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

Responsorio breve:

V. Nuestro Señor Es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor Es grande y poderoso.
V. Su sabiduría no tiene medida
R. Es grande y poderoso.
V. Alabado sea el nombre del Señor.
R. Nuestro Señor Es grande y poderoso.

Cántico Evangélico (Magníficat):

Antífona (dependiendo del domingo del tiempo ordinario, se enuncia una de las siguientes):
4to. Domingo Tiempo Ordinario:
Ciclo A: Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados los Hijos de Dios.
Ciclo B: La fama de Jesús se extendió por toda Galilea, y todos glorificaban a Dios.
Ciclo C: Querían matar a Jesús, pero él se abrió paso entre ellos y se alejaba.
8vo. Domingo Tiempo Ordinario:
Ciclo A: Dios Padre, que alimenta a los pájaros del cielo y hace crecer los lirios del campo, ¿no hará mucho más por vosotros, sus hijos?
Ciclo B: En los días de tristeza, mientras el Esposo está lejos, no perdáis esperanza: Cristo volverá.
Ciclo C: El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien.
12do. Domingo Tiempo Ordinario:
Ciclo A: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar al alma.
Ciclo B: Los discípulos se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»
Ciclo C: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y se venga conmigo.
16to. Domingo Tiempo Ordinario:
Ciclo A: Al fin del tiempo, el Hijo del hombre separará el trigo de la cizaña. Entonces los justos brillarán como el sol, en el reino de su Padre.
Ciclo B: Jesús vio a una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor.
Ciclo C: María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.
20mo. Domingo Tiempo Ordinario:
Ciclo A: Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
Ciclo B: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Aleluya.
Ciclo C: He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!
24to. Domingo Tiempo Ordinario:
Ciclo A: Jesús dijo a Pedro: «No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»
Ciclo B: «El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará», dice el Señor.
Ciclo C: Os digo que habrá alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
28vo. Domingo Tiempo Ordinario:
Ciclo A: Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete, mandó un criado a avisar a los convidados: «Venid, que ya está preparado.» Aleluya.
Ciclo B: Vosotros los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más, y heredaréis la vida eterna.
Ciclo C: Uno de los leprosos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos. Aleluya.
32do. Domingo Tiempo Ordinario:
Ciclo A: A medianoche se oyó una voz: «¡Qué llega el Esposo, salid a recibirlo!»
Ciclo B: Aquella pobre viuda echó más que nadie, pues echó todo lo que tenía para vivir.
Ciclo C: Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos están vivos. Aleluya.
Magníficat:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona correspondiente)

Preces:

Alegrándonos en el Señor, de quien viene todo don, digámosle:
Escucha, Señor, nuestra oración.

Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado,
-fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.

Haznos dóciles a la predicación de los apóstoles,
-y sumisos a la verdad de nuestra fe.

Tú que amas a los justos,
-haz justicia a los oprimidos.

Liberta a los cautivos, abre los ojos a los ciegos,
-endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.

Haz que los que duermen ya el sueño de la paz
-lleguen por tu Hijo a la santa resurrección.

Padre nuestro...

Oración (dependiendo del domingo del tiempo ordinario, se enuncia una de las siguientes):
4to. Domingo Tiempo Ordinario:
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
8vo. Domingo Tiempo Ordinario:
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
12do. Domingo Tiempo Ordinario:
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 16to. Domingo Tiempo Ordinario:
Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos los dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
20mo. Domingo Tiempo Ordinario:
Oh Dios, que has preparado bienes inefables para los que te aman, infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
24to. Domingo Tiempo Ordinario:
Oh Dios, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
28vo. Domingo Tiempo Ordinario:
Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
32do. Domingo Tiempo Ordinario:
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.