Como, de hoy, Magdalena,
por los pardos sedimentos
y, de ofensas, los hambrientos,
adolorida es mi pena;
también, de esos, la condena
y, digamos, malquerencia,
ha abatido mi conciencia
igual que entonces a aquella;
Señor, del mal que atropella,
líbrame ahora en urgencia.
Amén.