(Lucas 1,51-52: Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes)
creyéndose inteligentes
y con "prodigiosas mentes",
se van a cerrar los labios
al no bastar los resabios
de sus palabras hirientes,
al saber que los carentes
ven a Dios más que a diario
y objeto destinatario
son de saberes ingentes.