(De las cartas de San Basilio Magno)
El Espíritu del Señor llena la tierra. Hallamos mencionados en la Escritura tres tipos de creación: uno, el primero, la creación del ser del no ser; el segundo, la transformación de peor a mejor; el tercero, la resurrección de los muertos. En todos los tres hallamos al Espíritu Santo actuando junto al Padre y al Hijo.
La creación de los cielos: ¿Qué es lo que dice ya David? La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos.
El hombre es creado nuevamente por el bautismo. El que es de Cristo es una criatura nueva. Y ¿qué es lo que el mismo Salvador dice a sus discípulos? Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Ya ves que también aquí el Espíritu Santo está presente junto con el Padre y el Hijo.
¿Y qué me dices de la resurrección de los muertos, una vez que hayamos desaparecido y vuelto a nuestro polvo inicial? Pues somos tierra y a la tierra volveremos, y enviará su Espíritu Santo, nos creará, y repoblará la faz de la tierra. Pero oigamos nuevamente al que fue arrebatado hasta el tercer cielo. ¿Qué es lo que dice? Sois templos del Espíritu Santo, que habita en vosotros. Ahora bien: todo templo es templo de Dios; es así que somos templo del Espíritu Santo, luego el Espíritu Santo es Dios. También se habla del templo de Salomón, pero en el sentido de que fue él quien lo construyó. Y si a este nivel somos templo del Espíritu Santo, el Espíritu Santo es Dios. En efecto: quien creó todas las cosas es Dios ; y si lo somos, en el sentido de que él es adorado y habita en nosotros, estamos confesando que él es Dios. Pues está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto. Que si a ellos les desagrada la palabra Dios, aprendan lo que este nombre significa.
En realidad, lo llamamos Dios porque lo ha creado y lo inspecciona todo. Ahora bien, si se llama Dios en virtud de que lo ha creado todo y lo inspecciona todo, y por otra parte, el Espíritu conoce lo íntimo de Dios, lo mismo que el espíritu que hay en nosotros conoce nuestras intimidades, resulta que el Espíritu Santo es Dios. Más aún: si la espada del Espíritu es toda palabra de Dios, el Espíritu Santo es Dios, ya que es espada de aquel de quien es también llamado palabra. Y si además es llamado diestra del Padre: la diestra del Señor es poderosa, se sigue que el Espíritu Santo es de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo.