Agudo es el oído

(1 Juan,14: Tenemos plena confianza de que Dios nos escucha si le pedimos algo conforme a su voluntad)
Agudo es el oído
de mi suplidor de amparo;
por tanto no encuentro raro
que atendiera mi quejido:
como polluelo del nido,
hoy gritaba en alto llanto
con mucha pena y espanto;
mi Señor oyó mi ruego,
y ahora hay paz, gran sosiego.
¡No importa si no dura tanto!