En el pesebre

(Texto de san Elredo de Rielvaux [1110-1167], monje cisterciense)

“Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador , que es el Mesías, el Señor.” (Lc 2,11) “Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” (Lc 2,12) Así que os digo: ¡tenéis que amar! Teméis al Señor de los ángeles, pero amad al niño; teméis el Señor en su majestad, pero amad al pequeño envuelto en pañales; teméis al rey de los cielos, pero amad al niño acostado en un pesebre! Corramos, pues, como los pastores cuando escucharon la buena noticia....

¿Qué hay de especial en este niño en pañales y acostado en un pesebre? Todos los niños recién nacidos son envueltos en pañales. ¿Dónde está pues la señal? Se podrían decir muchas cosas sobre este signo...Pero, digamos en breve: Belén, “la casa del pan”, es la Santa Iglesia donde es distribuido el pan del cuerpo de Cristo, el verdadero pan de vida. El pesebre de Belén es el altar en la Iglesia. Aquí se alimentan los miembros de la familia de Cristo. Los pañales significan el aspecto exterior de los sacramentos. En este pesebre, bajo la apariencia de pan y de vino, está el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo. Aquí vemos que está Cristo en persona, pero envuelto en pañales, es decir, presente de forma invisible bajo los signos sacramentales. No hay signos más grandes y más evidentes del nacimiento de Cristo que el hecho de acercarnos diariamente a su cuerpo y su sangre en el altar santo, y el hecho que vemos diariamente inmolarse por nosotros a Aquel que nació una sola vez de la Virgen.

Así, pues, hermanos, apresurémonos para llegar al pesebre del Señor. En cuanto podamos preparémonos a este encuentro con su gracia, asociados a los ángeles, “con un corazón puro y buena conciencia y una fe sincera” (2 Cor 6,6) Entonces cantaremos al Señor con toda nuestra vida y nuestro comportamiento: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor.” (Lc 2,14)