(Lucas 19,45-46: Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones»)
Admirable tu ira santa:
¡no profanen esta casa,
no la usen de covacha,
ni de albergue de una banda!
Cuando a tu hora se avanza,
no te importa si te matan
y derriban a la plaza,
pues sólo tres días tardas
en reconstruir tu casa,
la morada sacrosanta.