En la muerte del Bautista

(Marcos 6,27: En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan)
Es muy vana tu tristeza,
malvado rey de bajeza
que con ruin espada hieres,
sin importarte quien fuere,
a ese tan grande profeta
de una misión tan completa.

Que tu lujuria te lleve
a ser, de pasión, pelele,
y actuando con ligereza
hasta medio reino ofrezcas
en medio de aquel banquete,
muestra tu moral ausente.

Pero aun cuando su cabeza
entregaste en la bandeja,
el Bautista, aunque perece,
su misión cumple con creces
con su anuncio de profeta
del Salvador cuando llega.