Para cantarte como yo te canto,
para sentirte como yo te siento,
dadme, Señora, celestial aliento,
dame, Virgen sin par, tu dulce encanto.
Bajo los pliegues de tu airoso manto,
que refleja el azul del firmamento,
deja que en extasiado arrobamiento
pueda besar tu nombre sacrosanto.
Madre y Virgen, Purísima María,
del mundo entero, angelical Patrona,
el Cielo es tu dosel, la tierra es tuya.
Postrado ante tus pies, en este día
y ciñendo a tu sien triunfal corona,
el orbe te eligió por Reina suya.