En el pesebre contemplamos a Aquél
que se despojó de la gloria divina
para hacerse pobre, movido por el amor al hombre.
Junto al pesebre, el árbol de Navidad
con el centelleo de sus luces,
nos recuerda que con el nacimiento de Jesús
florece de nuevo el árbol de la vida en el desierto de la humanidad.