¡Oh Dios mío y misericordia mía!

(De "Exclamaciones del Alma a Dios" de santa Teresa de Jesús)
¡Oh Dios mío y misericordia mía!,
¿qué haré para que no deshaga yo las grandezas que Vos hacéis conmigo?
Vuestras obras son santas, son justas,
son de inestimable valor y con gran sabiduría, pues la misma sois Vos, Señor.
Si en ella se ocupa mi entendimiento, quéjase la voluntad,
porque querría que nadie la estorbase a amaros,
pues no puede el entendimiento en tan grandes grandezas alcanzar quién es su Dios,
y deséale gozar y no ve cómo, puesta en cárcel tan penosa como esta mortalidad.
Todo la estorba, aunque primero fue ayudada en la consideración de vuestras grandezas,
adonde se hallan mejor las innumerables bajezas mías.