Bendito seas, Dios mío,
que aunque soy indigno de todo bien,
todavía tu liberalidad e infinita bondad nunca cesa de hacer bien
aun a los desagradecidos y apartados lejos de Ti.
Vuélvenos a Ti para que seamos agradecidos,
humildes y devotos;
pues Tú eres nuestra salud,
virtud y fortaleza.