Dios que te quiso para Madre omnímoda
puso en tu pecho un Corazón inmenso
más que el océano.
Tú, que acogiste la Palabra eterna
y sus palabras conservabas ávida,
haz, como el tuyo, nuestros corazones
cofres del Verbo.
Tú, que subiste hasta el Calvario intrépida
llevando el pecho por la espada herido,
danos piadosa un corazón magnánimo
hasta la muerte.
Tú que esperaste con tus nuevos hijos
la llama viva en que se dio el Espíritu,
logra que surjan por el ancho mundo
nuevos Cenáculos.
Gloria a la augusta Trinidad por siempre
que, al habitar tu Corazón purísimo,
hizo el troquel para una Iglesia santa,
santa y católica.
Amén.