Juan 6,61-70: Las palabras que les he dicho son espíritu y son vida


En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:
-Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso?
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban les dijo:
-¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo:
-Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.
Desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:
-¿También vosotros queréis marcharos?
Simón Pedro le contestó:
-Señor; ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos. Y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.

REFLEXIÓN (de los Sermones de San Agustín):

Acabamos de oír al Maestro de la verdad, Redentor divino y Salvador humano, encarecernos nuestro precio: su sangre. Nos habló, en efecto, de su cuerpo y de su sangre: al cuerpo le llamó comida; a la sangre, bebida. Los fieles saben que se trata del sacramento de los fieles; para los demás oyentes, estas palabras tienen un sentido vulgar. Cuando, por ende, para realzar a nuestros ojos una tal vianda y una tal bebida, decía: Si no coméis mi carne y bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros y ¿quién sino la Vida pudiera decir esto de la Vida misma?

Este lenguaje, pues, será muerte, no vida, para quien juzgare mendaz a la Vida, escandalizáronse los discípulos; no todos, a la verdad, sino muchos, diciendo entre sí: ¡Qué duras son estas palabras ¿Quién puede sufrirlas? Y, habiendo el Señor conocido esto dentro de sí mismo, y habiendo percibido el runrún de los pensamientos, respondió a los que tal pensaban, bien que nada decían con la boca, para que supieran que los había oído y desistiesen de seguir pensando lo que pensaban... ¿Qué les respondió, pues? ¿Os escandaliza esto? Pues ¿qué será el ver al Hijo del hombre subir a donde primero estaba? ¿Qué significa Os escandaliza esto? ¿Pensáis que del cuerpo este mío, que vosotros veis, he de hacer partes y seccionarme los miembros para dároslos a vosotros? Pues ¿qué será el ver al Hijo del hombre subir a donde primero estaba?

Claro es; si pudo subir íntegro, no pudo ser consumido. Así, pues, nos dio en su cuerpo y sangre un saludable alimento, y, a la vez, en dos palabras resolvió la cuestión de su integridad. Coman, por ende, quienes lo comen y beban los que lo beben; tengan hambre y sed; coman la vida, beban la vida. Comer esto es rehacerse; pero en tal modo te rehaces, que no se deshace aquello con que te rehaces. Y beber aquello, ¿qué cosa es sino vivir?

Cómete la vida, bébete la vida; tú tendrás vida sin mengua de la Vida. Entonces será esto, es decir, el cuerpo y la sangre de Cristo será vida para cada uno, cuando lo que en este sacramento se toma visiblemente, el pan y el vino, que son signos, se coma espiritualmente, y espiritualmente se beba lo que significa. Porque se lo hemos oído al Señor decir: El espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha de nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros, dice, algunos que no creen. Eran los que decían: ¡Cuan duras palabras son éstas!; ¿quién las puede aguantar? Duras, sí, mas para los duros; es decir, son increíbles, mas lo son para los incrédulos.

Clic aquí para ir a la Lectio Divina para este Evangelio

Clic aquí para ver homilías de otros Evangelios