pies destrozan las piedras y matojos.
Y la sangre corriendo, hasta sus ojos,
borra un momento todos los caminos.
En torno, al verlo vacilar, se aterra
la multitud... Oculta el horizonte
espesa niebla. Se estremece el monte
y gimen las entrañas de la tierra.
Cayó. Todo se abate a su caída...
El cielo, al ver su gloria así rendida
a derrumbarse va sobre la agreste
inmensidad vencida y desolada...
Pero El clava en la altura su mirada
¡y sostiene la bóveda celeste...!