El Rosario invita a nuestros dedos, a nuestros labios y a nuestro corazón
a entonar una gran sinfonía de súplica y oración,
y por estos motivos es la plegaria más grandiosa que jamás haya compuesto el hombre.
El Rosario es un sitio de encuentro de los no instruidos y de los sabios;
es la escuela donde el amor sencillo se acrecienta en conocimientos
y donde los sabios aumentan su amor.