En medio de esta mi impotencia,
la Sagrada Escritura y la Imitación de Cristo vienen en mi ayuda.
En ellas encuentro un alimento sólido y completamente puro.
Pero lo que me sustenta durante la oración,
por encima de todo, es el Evangelio.
En él encuentro todo lo que necesita mi pobre alma.
En él descubro de continuo nuevas luces y sentidos ocultos y misteriosos.