Sobre el Santo Rosario

(Pensamiento de la Hermana Lucía en su libro "Llamadas del Mensaje de Fátima")

Todas las personas de buena voluntad pueden y deben, diariamente, rezar su Rosario. Y ¿para qué? Para ponemos en contacto con Dios, agradecer sus beneficios y pedirle las gracias de que tenemos necesidad. Es la oración que nos lleva al encuentro familiar con Dios.

Como el hijo que va a estar con su padre para agradecerle los beneficios recibidos, tratar con él sus asuntos particulares, recibir su orientación, su ayuda, su apoyo y su bendición.

Dado que todos tenemos necesidad de rezar, Dios nos pide diariamente, una oración que está a nuestro alcance: la oración del Rosario, que tanto se puede hacer en común como en particular, tanto en la iglesia delante del Santísimo como en casa de familia o a solas, tanto por el camino yendo de viaje como en un tranquilo paseo por tos campos. La madre de familia puede rezar mientras mece la cuna del hijo pequeño o trata del arreglo de la casa. Nuestro día tiene veinticuatro horas... ¡no será mucho reservarse un cuarto de hora para la vida espiritual, para nuestro trato íntimo y familiar con Dios!

Por otro lado, yo creo que, después de la oración litúrgica del Santo Sacrificio de la Misa, la oración del Santo Rosario, por el origen y sublimidad de, las oraciones que lo componen y por los misterios de la Redención que recordamos y meditamos en cada decena, es la oración más agradable que podemos ofrecer a Dios y de mayor provecho para nuestras almas. Si así no fuese, Nuestra Señora no lo habría recomendado con tanta insistencia.