Búsqueda de la purificación del alma

De "Introducción a la vida devota" por san Francisco de Sales
El ejercicio de la purificación del alma no puede ni debe acabarse sino con la vida. No nos turbemos, pues, por nuestras imperfecciones, porque nuestra perfección consiste precisamente en combatirlas, y no podremos combatirlas sin verlas, ni vencerlas sin encontrarlas. Nuestra victoria no estriba en no sentirlas, sino en no consentir en ellas, y no es, en manera alguna, consentir el sentirse por ellas acosado.

Es muy provechoso, para el ejercicio de la humildad, que, alguna vez, seamos heridos en este combate espiritual; sin embargo, nunca somos vencidos, sino cuando perdemos la vida o el valor. Ahora bien, las imperfecciones y los pecados no pueden arrebatarnos la vida espiritual, pues ésta sólo se pierde por el pecado grave; importa, pues, que no nos desalienten: «Líbrame, Señor -decía David-, de la cobardía y del desaliento». Es, para nosotros, una condición ventajosa, en esta guerra, saber que siempre seremos vencedores, con tal que queramos combatir.