Poco a poco me estoy enamorando
como un milagro más, que yo no entiendo.
Poco a poco, sin ruidos, sin estruendo,
la Palabra de Dios me va calando.
Su Palabra y su Amor, los dos, sumando,
ambos a dos, van lentamente siendo
como la gota de agua, que cayendo,
hasta la dura roca va horadando.
Y así se filtra y me penetra dentro
la voz de Dios, su claridad divina,
como amoroso y paternal recado.
El alma, enajenada, va a su encuentro,
su Palabra es celeste medicina
y el corazón escucha enamorado.