EL SACERDOTE DEBE GOBERNAR CON LA AUTORIDAD DE CRISTO
CIUDAD DEL VATICANO, 26 MAY 2010 (VIS).-En la audiencia general de hoy, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló sobre la tarea del sacerdote de "gobernar y guiar con la autoridad de Cristo, no con la suya, la porción del pueblo que Dios le ha confiado".
En la última de las tres catequesis sobre las tareas esenciales del ministerio presbiteral, el Santo Padre se preguntó "cómo comprender en la cultura contemporánea una dimensión como esta, que implica el concepto de autoridad y tiene su origen en el mandato del Señor de apacentar a sus ovejas".
Benedicto XVI dijo que "los regímenes que en el siglo pasado sembraron el terror y la muerte recuerdan con fuerza que la autoridad en todos los ámbitos, cuando se ejerce sin referencia al Trascendente, prescindiendo de la autoridad suprema, que es Dios mismo, termina inevitablemente por ir contra el hombre. Por eso, es importante reconocer que la autoridad humana no es nunca un fin, sino siempre y sólo un medio y que, necesariamente y en todos los tiempos, el fin es siempre la persona".
"Para ser pastores según el corazón de Dios debe haber un profundo enraizamiento en la amistad viva con Cristo, no sólo de la inteligencia, sino también de la libertad y la voluntad, una conciencia clara de la identidad recibida en la ordenación sacerdotal, una disposición incondicional para dirigir el rebaño confiado donde el Señor quiere, y no en la dirección que, aparentemente, parece más conveniente o más fácil. Esto requiere, en primer lugar, la disponibilidad constante y progresiva para dejar que Cristo mismo gobierne la existencia sacerdotal de los presbíteros. De hecho, nadie es realmente capaz de pastorear el rebaño si no vive una verdadera y profunda obediencia a Cristo y a la Iglesia, y la docilidad del pueblo a sus sacerdotes depende de la docilidad de los sacerdotes a Cristo".
Refiriéndose al concepto de "jerarquía" en la Iglesia, el pontífice señaló que en la opinión pública prevalece la idea de que es "un elemento de subordinación (...) y para muchos contrasta con la flexibilidad y la vitalidad del sentido pastoral. (...) Se trata de una interpretación equivocada que tiene sus orígenes en abusos de la historia". Sin embargo, añadió, "el verdadero significado es de origen sagrado, es una autoridad que viene de otro, somete a la persona al misterio de Cristo y le convierte en servidor de El y solo en cuanto siervo suyo puede gobernar y guiar por Cristo y con Cristo".
En este contexto, "el Papa, que es un punto de referencia para la comunión con todos los pastores de la Iglesia, no puede hacer lo que quiere, sino al contrario; es custodio de la obediencia a Cristo y a su palabra".
El Santo Padre subrayó que "fuera de una visión clara y explícitamente sobrenatural no es comprensible la tarea de gobernar propia de los sacerdotes. Sin embargo, cuando se apoya en el verdadero amor por la salvación de cada fiel, es especialmente valiosa y necesaria también en nuestro tiempo".
"¿Dónde puede obtener hoy un sacerdote la fuerza para el ejercicio de su ministerio, siendo plenamente fiel a Cristo y a la Iglesia, con una dedicación total a su rebaño? La respuesta -dijo el Papa- es una: en Cristo el Señor".
Benedicto XVI alentó a los presbíteros a "no tener miedo de guiar a Cristo a cada uno de los hermanos que El os ha confiado, con la seguridad de que todas las palabras y todos los actos, si responden a la obediencia a la voluntad de Dios, darán fruto; vivid apreciando los méritos y reconociendo los límites de la cultura en la que vivimos, con la firme certeza de que el anuncio de Evangelio es el mayor servicio que se puede hacer al ser humano. De hecho -añadió-, no existe un bien mayor, en esta vida terrena, que llevar a los hombres a Dios, avivar la fe, aliviar al ser humano de la inercia y de la desesperación, dar la esperanza de que Dios está cerca y guía la historia personal y la del mundo: este es, en definitiva, el sentido profundo y último de la tarea de gobernar que el Señor nos ha confiado".
El Papa concluyó invitando a los sacerdotes a las celebraciones de clausura del Año Sacerdotal, los próximos 9, 10 y 11 de junio en Roma: "meditaremos sobre la conversión y la misión, el don del Espíritu Santo y la relación con María Santísima, y renovaremos nuestras promesas sacerdotales, sostenidos por todo el Pueblo de Dios".