Señor, seas Tú mi riqueza

(Marcos 10,23: Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!»)
Señor, seas Tú mi riqueza;
no permitas que el dinero
cierre mi entrada a tu Reino
pues, aún sea oro, es cadena
con que el maligno sujeta
si yo, al "tener", me doblego.
Los bienes pueden ser fieros
si me afectan la cabeza
llevándome a la bajeza
de ignorar quien tiene menos;
si impiden hacer lo bueno,
son, del corazón, pobreza
y me convierten en presa,
siendo yo quien me empobrezco.

Amén.