te doy las gracias por todas las cosas buenas que Tú me has otorgado
y por la comunión de tus purísimos y vivificantes Misterios.
Por tanto, yo te ruego, oh dador de gracias y amante de la humanidad;
Guárdame bajo tu protección y a la sombra de tus alas.
Y concédeme que, con pura conciencia hasta mi último aliento,
participe dignamente de tus Cosas santas, para la remisión de mis pecados y para la vida eterna;
pues Tú eres el pan de vida, la fuente de toda santidad,
el dador de todos los bienes
y a Ti te glorificamos,
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y en los siglos de los siglos.
Amén.