Qué diferencia entre esos hombres sin fe,
tristes y vacilantes en razón de su existencia vacía,
expuestos como veletas a la "variabilidad" de las circunstancias,
y nuestra vida confiada de cristianos, alegre y firme,
maciza, en razón del conocimiento y del convencimiento absoluto
de nuestro destino sobrenatural!