Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
-Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo:
-Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con El.
REFLEXIÓN:
El arresto de Juan el Bautista fue su ultimo acto público; un tiempo después sería ejecutado en la misma cárcel; ha cumplido adecuadamente su papel de precursor del Mesías.
Por su parte, Jesús comienza a proclamar la Buena Noticia de la llegada de su persona haciendo presente el Reino de Dios. Este anuncio comienza en la remota región de Galilea, lejos de la capital Jerusalén y de otras ciudades principales.
Su mensaje es breve y conciso: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia".
Alcanzada la plenitud de los tiempos, se ha cumplido la llegada de "Dios entre nosotros" que los profetas habían anunciado: se ha cumplido el plazo, la salvación se ha hecho presente.
Dios ha tomado la iniciativa y no quiere que su creación especial, el hombre, se pierda. Es una manifestación del amor divino.
Ante esa realidad la respuesta del hombre debe ser un paso de fe: la conversión. Abandonar los caminos desviados, volverse a Dios que nos busca y llama. No nos obliga, no se impone; se hace presente mediante la encarnación de su Hijo en un esfuerzo para atraernos a su lado. Por eso la invitación a la conversión y a creer en el Evangelio constituye el núcleo del anuncio de Jesús.
Pero no es un anuncio de teorías, sino de realidades fundamentadas en la caridad y la justicia que él hace presente con sus hechos. Estar en contacto con el Maestro implica vivir su mensaje. De ahí la importancia del seguimiento como respuesta al llamado de Jesús.
Los primeros discípulos son llamados en sus lugares de trabajo; son hombres comunes en faenas ordinarias; el seguimiento emprendido voluntariamente marca en ellos el comienzo de una nueva vida. Con ellos se comienza la comunidad cercana al Maestro que habría de constituir luego el inicio de la Iglesia.
Igual hoy, el Señor nos llama desde nuestros rincones, muchas veces oscuros, para que luego de aceptar y estar dispuestos a cambiar nuestra vida, desempeñemos el diario vivir caminando llevados de la mano por Jesús y sirviendo a Dios a quien, gracias a Jesús, podemos llamar nuestro Padre.
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Por su parte, Jesús comienza a proclamar la Buena Noticia de la llegada de su persona haciendo presente el Reino de Dios. Este anuncio comienza en la remota región de Galilea, lejos de la capital Jerusalén y de otras ciudades principales.
Su mensaje es breve y conciso: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia".
Alcanzada la plenitud de los tiempos, se ha cumplido la llegada de "Dios entre nosotros" que los profetas habían anunciado: se ha cumplido el plazo, la salvación se ha hecho presente.
Dios ha tomado la iniciativa y no quiere que su creación especial, el hombre, se pierda. Es una manifestación del amor divino.
Ante esa realidad la respuesta del hombre debe ser un paso de fe: la conversión. Abandonar los caminos desviados, volverse a Dios que nos busca y llama. No nos obliga, no se impone; se hace presente mediante la encarnación de su Hijo en un esfuerzo para atraernos a su lado. Por eso la invitación a la conversión y a creer en el Evangelio constituye el núcleo del anuncio de Jesús.
Pero no es un anuncio de teorías, sino de realidades fundamentadas en la caridad y la justicia que él hace presente con sus hechos. Estar en contacto con el Maestro implica vivir su mensaje. De ahí la importancia del seguimiento como respuesta al llamado de Jesús.
Los primeros discípulos son llamados en sus lugares de trabajo; son hombres comunes en faenas ordinarias; el seguimiento emprendido voluntariamente marca en ellos el comienzo de una nueva vida. Con ellos se comienza la comunidad cercana al Maestro que habría de constituir luego el inicio de la Iglesia.
Igual hoy, el Señor nos llama desde nuestros rincones, muchas veces oscuros, para que luego de aceptar y estar dispuestos a cambiar nuestra vida, desempeñemos el diario vivir caminando llevados de la mano por Jesús y sirviendo a Dios a quien, gracias a Jesús, podemos llamar nuestro Padre.
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